Derechos humanos para quién?
Fuente: RadioPeaoBrasil
Ruth Coelho Monteiro
Avanzamos, sí, no queda duda, una parte de la humanidad se desarrolló. Una parte de la humanidad tiene derecho a todo y una parte aún no tiene derecho alguno. En los años setenta de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: muchas revoluciones en ese período, mucha gente dio su vida, muchos nobles abogados defendieron la libertad, la igualdad y la fraternidad. Derrotaron la esclavitud del hombre por el hombre, condenaron el tráfico de personas, proclamaron independencias de naciones, intentaron dividir riquezas …
Mucho aún falta para que esos derechos básicos alcancen al conjunto de la humanidad. Mucha gente todavía muere de hambre, sin que el derecho natural a la vida le sea respetado; otros mueren en guerras sin que sepan el verdadero motivo de su sacrificio; millones de niños no tienen derecho al futuro, pues no reciben educación; las mujeres son traficadas para servir de objeto al deseo sexual de los hombres; los bienes naturales son apropiados por algunos en detrimento de la mayoría del planeta; el respeto a las diferencias y las oportunidades de trabajo no se encuentran en ninguna parte.
Sí, en algunos países, de la gran comunidad de naciones representada por la Organización de las Naciones Unidas, esos derechos son respetados; se respetan algunos tratados internacionales; pero la gran mayoría sigue conviviendo en la era posmoderna con la prehistoria. La humanidad no se desarrolla linealmente, pero el abismo entre las civilizaciones se profundiza junto con la acumulación de riquezas por unos y la miseria de los demás.
Dividir, compartir, dar … son verbos en desuso o enmascarados por obligaciones morales y religiosas mientras la verdadera solidaridad, empatía y reconocimiento de derechos yacen en ideologías consideradas extrañas, superadas y fallidas. El yo tomo el lugar de nosotros, el mío se separó del suyo y de los suyos, la familia se apiñó. De la gran familia humana que habita el planeta Tierra, las familias se restringieron a la misma descendencia ya la misma sangre.
Mientras impera el individualismo, imperará el egoísmo y la falsa impresión de la división de las personas. ¿Podemos avanzar? Sí, podemos. Basta con cambiar el ángulo de nuestra forma de ver y transformar el mundo. Pensar y actuar colectivamente, socialmente, como un todo. Avanzar en los derechos iguales para todos y en la forma de participar en la distribución de las riquezas y en la administración de nuestra sociedad.
Estamos en la tercera generación de los derechos humanos y ésta no es la final. Construimos nuevos derechos y deberes con la propia evolución de la humanidad. Pero lo más crucial en ese momento es que esos derechos lleguen-en la forma de leyes y de prácticas- para todo el mundo, sin excepción. O estaremos de acuerdo en que algunos sean más humanos que otros y que, por eso, tengan más derechos.
Ruth Coelho Monteiro es Secretaria Nacional de Ciudadanía y Derechos Humanos de la Fuerza Sindical