Discurso Salvador Medina plenaria 112a Conferencia Internacional del Trabajo
Salvador Medina Torres
Delegado de los Trabajadores, Confederación de Trabajadores de México, Alternativa Democrática Sindical de las Américas
Sr Director, permítame felicitarlo por el excelente documento preparado para esta Conferencia, en el cual de forma muy acertada justifica la necesidad urgente de renovar el contrato social y, por ende, de nuestros compromisos mutuos al respecto.
Las numerosas presiones que sufren los contratos sociales en muchos países, identificadas en la memoria, reflejan la confluencia de crisis diversas que han puesto en riesgo la paz, la gobernanza y el estado de derecho. Por desgracia se está padeciendo a nivel mundial una crisis de la democracia en múltiples aspectos de la convivencia ciudadana, que también afecta al mundo del trabajo, e incluso con frecuencia deviene de la precarización del empleo y los ingresos, de la falta de oportunidades y la informalidad laboral, entre otros déficits. Los propios sistemas de representación atraviesan dificultades en diversos países.
La mayor y más amplia expresión del contrato social en cada país es la Constitución. Pero ese marco de referencia insoslayable no siempre ve satisfacer y desarrollar sus garantías universales a través de las políticas, los poderes públicos, la economía y la justicia, lo que se refleja en los factores de presión que señala el informe, con una cantidad de efectos que dificultan en ocasiones los objetivos del contrato social, como manda la Constitución, en especial lo atinente al equilibrio y la democratización del mundo laboral. Por eso el contrato social es una construcción sociohistórica a diversos niveles de la estructura y subsistemas del Estado, cuya integralidad holística es el principal indicador de coherencia y congruencia institucional. No podemos hablar de contratos o subcontratos sociales como compartimientos estancos.
Con mucha razón plantea el informe que las deficiencias en ámbitos como la transparencia, la rendición de cuentas y la capacidad de respuesta de las instituciones públicas ante situaciones de crisis financieras y sanitarias, han mermado la confianza en dichas instituciones. Con frecuencia buena parte de la población no se siente representada en la política, y la polarización social aumenta en países y regiones. Por estas y otras razones hay una crisis de confianza creciente de la ciudadanía hacia la política y hacia el sistema de justicia, en particular cuando en algunos lugares se adelgaza o cruza la línea de la separación de poderes, y campean la corrupción y la impunidad. En algunos países las fuerzas de la centralidad se han debilitado y han caído en los extremos. A esto se suman ahora indeseables conflictos bélicos que generan muerte y destrucción masiva, y riesgos para la paz mundial.
Es imprescindible un cambio profundo del modelo de desarrollo económico y productivo para poder tener un nuevo y legitimado contrato social. Por lo tanto la renovación, o regeneración o reinvención del contrato social, sólo es posible si los Estados tienen la capacidad y voluntad real de profundizar la democracia, pero siendo conscientes de que por ahora la tendencia es la iliberalidad, con mayor o menor intensidad en la Región. Estamos en un cambio de civilización global y se está afrontando de forma contagiosa en varios países, con esquemas antisociales de austeridad, recrudeciendo las políticas ultraliberales que han venido debilitando seriamente los marcos de derechos y las conquistas históricas de los trabajadores. A este paso los objetivos de la Agenda 2030 tendrán que ser prorrogados a muy largo plazo con el grave perjuicio para millones de personas en todo el mundo.
Resolver esta situación implica que la caja de herramientas políticas utilizada hasta la fecha es insuficiente en muchos sentidos, y tanto los gobiernos como la cooperación técnica requieren un salto cualitativo para ayudarnos a transitar del actual modelo de desarrollo a un modelo repensado e instaurado en un nuevo contrato social, en sintonía a nivel local, nacional e internacional. En todas partes los sindicatos alzan la voz exigiendo un nuevo contrato social centrado en las personas, empezando para ello por integrar el trabajo decente y la justicia social en el desarrollo sostenible, respetando al máximo los derechos humanos, la justicia ambiental y la transición justa, y asegurando la democracia en el trabajo.
Un nuevo contrato social en un nuevo marco de convivencia. El dialogo social y el tripartismo siguen siendo el medio idóneo para hacerlo, con todos los recursos de cooperación necesarios, pero antecedidos por la esencial voluntad y capacidad política para ello.
En México, históricamente, el tripartismo ha sido un valor social clave, y por ejemplo, la reforma laboral del 2019 ha contribuido a poner muchas cosas en su lugar, provocando que fortaleciéramos nuestras organizaciones a nivel de empresa, de sector y a nivel nacional, así como nuestros contratos colectivos de trabajo. Aun así, para nuestro contrato social, todavía hay grandes retos que afrontar, porque es posible mejorar el marco de relaciones laborales, con enfoque de género, para aumentar la cohesión social, la protección y la seguridad social, el trabajo decente y la justicia laboral, lo cual requiere también reinvertir en materia de diálogo tripartito, apuntando a la renovación del contrato social.
Las organizaciones sindicales mexicanas estamos comprometidas con los cambios descritos, y hacemos votos para que la OIT y el Departamento de ACTRAV cumplan con el acompañamiento técnico que necesitamos para esa finalidad como interlocutor indispensable y responsable.
Ginebra-Suiza, junio 5 de 2024