Discurso de Salvador Medina en la 111a Conferencia de OIT
Delegado de los Trabajadores
Confederación de Trabajadores de México
Alternativa Democrática Sindical de las Américas
Ginebra Junio 8 de 2023
Deseamos felicitar al Director General y su equipo por el informe presentado a la Conferencia, en el cual hay un excelente análisis de la realidad mundial, regional y local, así como por las reflexiones e iniciativas propuestas a gobiernos, empleadores y sindicatos
Para las organizaciones sindicales que representamos, a nivel nacional y continental, está muy claro que la democracia, el tripartismo, la gobernanza y la propia cooperación técnica requieren, antes que nada, una voluntad política fehaciente para subsanar las carencias estructurales, y concebir y consensuar políticas publicas indispensables para superar los daños de décadas perdidas en esos aspectos.
Porque a pesar de los logros reflejados con frecuencia en datos macroeconómicos, sin embargo en el tiempo han resultado muy insuficientes para remontar a lo largo de los años las difíciles circunstancias crónicas de grandes poblaciones en muchos países.
Por tanto, el balance que se expone en el informe del Director, si bien debe abocarnos a no ceder al pesimismo político y a secundar los esfuerzos de la OIT para hacer una coalición mundial contra la injusticia, también debe ocuparnos en que ese esfuerzo tenga sentido social e histórico, acorde con la Declaración del Centenario de la OIT, estableciendo estrategias realmente efectivas, cuyos resultados no sean sólo estudios y reportes burocratizados, con catálogos de intenciones y teóricas buenas practicas, sino que estén de hecho y de derecho orientadas a transformar positivamente el mundo del trabajo y la producción, así como sus sistemas aledaños, de modo acorde con la visión del trabajo decente, del desarrollo humano sostenible y de un contrato social decente, que es en síntesis es lo que hace mucha falta en nuestros países.
En efecto, como dice la memoria, el descontento con la gobernanza nacional y la pérdida de confianza en ella van en aumento. La creciente polarización de las sociedades está minando la confianza en las instituciones, e incluso en el propio sistema de justicia laboral, cuando precisamente más se necesita revitalizar las instituciones del trabajo. Ha aumentado la conflictividad social, la confrontación violenta y los movimientos sociales defensivos. Antes de la pandemia ya existían factores serios de inestabilidad, multicrisis y precarización del trabajo y la vida de la gente. Ya era más que evidente la necesidad de un nuevo contrato social decente, capaz de brindar oportunidades auténticas de desarrollo y prosperidad para todos, y para que nadie se quede atrás.
Ese nuevo contrato social va a requerir revitalizar y reinvertir en el tripartismo. Ya lo hemos dicho en otras ocasiones, las políticas de cooperación política y técnica entre países, o con las Naciones Unidas, y en este caso con la OIT, deben dar un salto cualitativo impostergable, o los conflictos nacionales se multiplicaran.
Las Oficinas de la OIT deben ser un referente más proactivo de apoyo al tripartismo, sin caer en inercias ajenas a transformar, a transitar o a coadyuvar a los cambios que se prometen a nuestros pueblos, y que nunca llegan. La cooperación de la OIT
es imprescindible, en especial para el sector trabajador en todas partes. El propio sistema normativo de la OIT debe ser fortalecido constantemente pues es el corazón de la Organización. Pero no siempre la cooperación de la OIT resulta suficientemente proclive al equilibrio tripartito, siendo esa la intención y el espíritu de su creación. Porque hay un desbalance de poder en muchos países y un enraizado estatus quo que habría que remover para que dicha cooperación pudiese fructificar. Y, por otra parte, la Oficina de Actividades para los Trabajadores tiene algunas carencias que ya hemos advertido en otras ocasiones a la Dirección General, y que no vemos resueltas aun.
Estamos muy de acuerdo con que urge revitalizar el tripartismo y renovar los compromisos con el diálogo social para que, en las decisiones relativas al diseño y la aplicación de las políticas, las inversiones en las capacidades y los servicios públicos y su financiación, se dé primacía a la justicia social.
Por tanto, confiamos en que los OIT, sus constituyentes, y sus programas de cooperación, reflejen la promesa implícita en la memoria del Director cuando expresa que, como dice la Declaración del Centenario: la OIT ha acordado cumplir «con tenacidad» su mandato constitucional de lograr la justicia social.